3 de diciembre de 2015

Refugios de la Guerra Civil, a nueve metros bajo el suelo

Acceso al interior de los refugios.
Para culminar la segunda temporada de Maravillas de Almería hemos escogido a los Refugios de la Guerra Civil como protagonista. Sin duda es éste uno de los lugares más visitados de la capital almeriense, y al igual que hicimos la temporada pasada con la Catedral de la Encarnación , queríamos acabar por todo lo alto.

Los refugios se construyeron al año siguiente de empezar la guerra. Construidos en un tiempo record, aún no se sabía quienes eran los buenos y quienes lo malos, en una guerra fratricida de ideas extremistas, con ambos bandos amparados en ideales como democracia, patria, libertad o nación. Al final, resultaron ser tres años cruentos de odio, revancha, crímenes de guerra y fusilamientos. Los miembros de ambos bandos que defendían los nobles ideales antes mencionados mediante letras y palabras fueron encarcelados, exiliados o asesinados durante y después de acabar la contienda. Con lo cual, todos perdieron, y todos perdimos, ya que muchas familias se quedaron sin alguno o varios de sus integrantes; un padre, un hermano, que hoy en día, si vivieran, serían tíos, o abuelos.

La visita guiada comienza más o menos en la tesitura de nuestra introducción, con un vídeo en el que aparecen testimonios de personas que sufrieron en sus carnes la dureza de la guerra civil. Algunos de los recuerdos que nos cuentan ponen los pelos de punta; "El sol se apagó durante siete largos días", nos dice uno de ellos. Esto fue debido al bombardeo de los barriles de la Campsa situados en el puerto.
Recepción de la visita guiada a los Refugios de la Guerra Civil.
Primeros pasillos de los refugios de Almería.
El que hizo posible la construcción de los refugios fue el arquitecto municipal Guilermo Langle, muy afectado por los horrores de la guerra. El propio arquitecto tenía un refugio privado, al igual que muchas casas burguesas de la época, las cuales estaban obligadas a informar que disponían de un refugio privado que comunicaba con el refugio público y así socorrer a los ciudadanos que pasaran por la boca del refugio en caso de alerta.

Son más de cuatro kilómetros de galerías que se construyeron con celeridad, en solo un año y medio. Nunca en Europa se había construido un refugio en tan poco tiempo. Se pueden visitar la mayoría de los tramos originales, excepto lo más deteriorados como medida de prevención para turistas y visitantes. Todo se conserva casi intacto, las paredes con garabatos y dibujos de los niños, la enfermería de campaña, los techos con humedad y raices. Una de las pocas cosas que se han modificado ha sido el suelo, que antes era de arena y ahora está pavimentado. Durante el trayecto, unas fotografías antiguas nos informan donde estaríamos si estuviésemos en la superficie. El teatro Cervantes, el paseo de Almería, la Escuela de Arte, etc.
Despensa de los refugios, en uno de los laterales de la galería principal.

La Maravilla

Las bombas no detuvieron los juegos de algunos niños.
La vida a nueve metros bajo el suelo debió ser terrorífica y dramática. Durante algunos bombardeos dio cabida a 37.000 personas. La población de la ciudad de Almería, rondaba los 45.000 habitantes en aquellos años. Si alguien se pregunta qué pasaba con el resto de la gente hay varias respuestas. Muchos de ellos posiblemente se refugiaran en sus propias casas-cueva, muy frecuentes y abundantes en algunos barrios. O bien, algunos dejaron su destino en manos de la suerte. Otros se iban a los pueblos de la sierra, lugares menos propicios a ser bombardeados. Muchos de ellos también estuvieron reclutados en algún bando, peleando con algún hermano alistado en el lado contrario.

El bombardeo más importante y torticero de la ciudad de Almería no fue tan conocido como otros episodios de la Guerra Civil. El bombardeo de Guernika, por ejemplo. Aunque tuvieron idénticos protagonistas; el ejército alemán bombardeando una ciudad española. En el caso de Guernika fue la aviación alemana, y en el que nos atañe a nosotros fue la armada del mismo país, por orden expresa de Hitler. En represalia por el intento de hundimiento del crucero Deutchland que fue atacado por parte de la aviación republicana el 29 de mayo de 1937. Dos días después, la ciudad elegida para vengarse fue Almería, siendo bombardeada de madrugada. Curiosamente, en los dos incidentes murieron el mismo número de personas, 31 alemanes en el buque de guerra y 31 almerienses civiles durante el asedio que duró casi una hora.
Avión. Uno de los varios dibujos y garabatos que se observan en las paredes de los refugios.
Último pasillo de la visita guiada.
Pero fueron más los bombardeos. Para avisar a la población, sonaba un largo y angustioso toque de sirena. No volverían a salir de los refugios hasta que esa sirena tocara dos veces.

La última galería que recorremos durante la visita guiada es más estrecha que la principal, parte desde el hospital de campaña hasta las escaleras que dan acceso a la superficie, en la marquesina situada en la plaza de los Burros, frente a la Escuela de Artes. No habíamos visto la luz del sol desde que entramos por el acceso principal en la plaza Manuel Pérez García. La sensación que produce es de alivio casi, más bien de satisfacción, por poder visitar un lugar de interés histórico, sin pensar que en cualquier momento puede sonar una sirena que te obligue a entrar de nuevo. Nada que ver con lo que los almerienses padecieron durante los más de medio centenar de bombardeos durante la Guerra Civil.

Cuando la guerra llegó a su fin, las bocas de acceso a los refugios fueron utilizados para la ubicación de quioscos. Y así, los gritos, llantos y sollozos de la guerra fueron silenciados. Gracias a la rehabilitación y apertura de éstos refugios conocemos una parte de nuestra historia que todos esperamos no vuelva a repetirse nunca más.
Quirófano de operaciones del hospital de campaña de los refugios.

1 de diciembre de 2015

Nacimiento, bisagra entre el desierto y la montaña

Porche tradicional junto a la iglesia de Nacimiento.
Es una presencia casi huraña a la ribera del río que lleva su nombre, en mitad de nada, o quizá en mitad de todo, porque todo nace en el municipio de Nacimiento, y no sólo por su nombre, también por las montañas de las sierras más importantes y la aridez del desierto tan sobrecogedor, quedando en medio un oasis de casas blancas y cultivos de secano.

La autovía, a un paso de aquí, hace que Nacimiento esté comunicado con el resto de pueblos de la comarca, y a su vez de la provincia, y por qué no decirlo, con toda Andalucía y el resto de España. Éstas comunicaciones fueron en su día muy distintas a hoy. Carreteras estrechas, zigzagueantes, con pronunciadas curvas y empinadas cuestas. Otros medios de transporte terrestre también se han renovado a su paso por el término municipal. La estación ferroviaria de Nacimiento quedó obsoleta para el transporte de viajeros a finales de los ochenta, sustituida por una línea más moderna entre Doña María y Gérgal. Ésta nueva línea ahorra numerosos gastos a las administraciones, también trabajo a los empleados públicos, y gracias a la modernidad de las máquinas los trenes realizan más pronto sus trayectos.
Iglesia de San Miguel, de estilo mudéjar, es uno de los mayores atractivos de Nacimiento.
Casas tradicionales junto a la vega de Nacimiento.
Se acerca el desenlace de la segunda temporada de Maravillas de Almería, y con esta entrada dedicada al municipio de Nacimiento queda demostrado nuestro compromiso con los pueblos de la provincia, para acercarlos, lo más posible, a nuestros seguidores, muchos de ellos emigrantes y distanciados de los pueblos de sus antepasados, o bien, destinos vacacionales que han dejado huella. Esta temporada que está a punto de acabar ha dado a conocer nuevas y variadas historias, y ya son setenta y dos los municipios que hemos llevado a vuestros hogares, de la manera más humilde posible.

El que ha estado en el pueblo de Nacimiento, lo recuerda para siempre. Esas calles largas y estrechas de casas blancas resplandecientes que van a parar todas a una plaza, con la iglesia mudéjar como protagonista absoluta.
El valor de lo antiguo, en la vega del río Nacimiento.
Son muchas sensaciones agradables las que transmite Nacimiento. Algunas noches, el silbido de los molinos de viento ulula por todo el término municipal y traquetea en la memoria durante largo tiempo. La ferocidad con la que baja el río Nacimiento durante las crecidas debidas a tormentas en las altas montañas, aunque en el pueblo no caiga ni una gota de agua. Y más, mucho más. El fervor de la Semana Santa. El desparpajo durante las fiestas patronales en honor a San Miguel, a primeros de cada agosto. Pero lo mejor de Nacimiento, es su gente, su arquitectura tradicional, el aprovechamiento del agua y el renacer constante ante la adversidad.
Imagen que plasma la aridez de las montañas dando inicio al desierto.

La Maravilla
Calle de Nacimiento, larga, estrecha y limpia.

Los pueblos y ciudades que han marcado una época en la historia crecieron en su mayoría a orillas de un río. Así como las grandes civilizaciones prosperaron gracias al aprovechamiento de los recursos que aportan los cauces fluviales, alimentos agrícolas, así como la caza y pesca. El caso de la provincia de Almería es un tanto particular, ya que de todos es sabido que nuestros ríos son los menos caudalosos de la vertiente mediterránea española. Pero no siempre fue así, por ejemplo, en los márgenes del río Andarax se fundó Bayyana y dio cabida a la cultura de Los Millares. En la ribera del río Antas perduró muchos años la sociedad argárica, etc.

El río Nacimiento, en concreto, fue el precursor de que un pueblo con su mismo nombre naciese y llegase a nuestros días. Éste río se desplaza de norte a sur recogiendo las aguas de ramblas y ríos menores provenientes de las sierras Nevada y Filabres. Desemboca en el río Andarax, del cual es el mayor afluente, en el término municipal de Alhabia, no sin antes bañar las huertas de Fiñana, Abrucena, Abla, Las Tres Villas, Nacimiento, Gérgal, Alboloduy, Santa Cruz de Marchena y Alsodux. La estacionalidad es muy marcada y el poco caudal se aprovecha para el regadío de las huertas que se esparcen por esta parte del Parque Natural de sierra Nevada.

El río Nacimiento era conocido por todos como el río Alboloduy hasta finales del siglo XVIII, cuando un perspicaz general del ejército, nativo de Nacimiento, le cambió el nombre para siempre al tener acceso a los mapas geográficos nacionales. Aunque algunos llaman con nostalgia a este río, "el Alboloduy", oficialmente lleva el nombre del pueblo vecino, "el Nacimiento".
Las calles de Nacimiento al sol.
El río Nacimiento se estrecha antes de llegar a Alboloduy.
Hay numerosos itinerarios que te llevan a Nacimiento para alguna escapada especial. Una de las rutas podría ser partiendo de la Alpujarra, por los municipios de Alhama de Almería o Alhabia, para ascender por una carretera mágica, llena de verdor y cargada de vida, conocida como el Ricaveral. Si bien también se puede subir por la carretera paralela, denominada "los Catalanes". Aparte de visitar los centros urbanos cargados de sorpresas que tienen éstos pueblos, no estaría de más una parada en el Yacimiento Arqueológico de Los Millares, antes de ir a Nacimiento, dónde espera una suculenta comida, cómo no podía ser menos, en la venta del Pino. Éste restaurante, con varias décadas de experiencia en el sector, recoge los mejores productos que entregan el campo y el ganado, procedentes de la comarca. Referente para viajantes, ciclistas y gente de la carretera que tienen una parada obligatoria al pasar por la autovía que tiene una de sus salidas a un par de kilómetros.

También se puede culminar una ruta por los pueblos de la comarca, descendiendo desde el norte, por los pueblos de la cuenca del río Nacimiento. Fiñana, Abla, o Gérgal, te fascinarán con su pasado romano, árabe y cristiano, del que guardan un enorme patrimonio.
Histórica venta del Pino, en las afueras de Nacimiento.

28 de noviembre de 2015

Museos de Terque y Jornada de recuperación de Oficios Antiguos

Museo provincial de la Uva de barco.
A finales de marzo de este año publicamos en nuestro blog una entrada dedicada al municipio de Terque con motivo de una agradable visita anterior a la correspondiente publicación. Esa entrada se puede volver a ver las veces que se desee pinchando en el enlace. En esa misma publicación prometíamos volver a Terque, para hablarles a todos de los museos que alberga a lo largo y ancho de su trazado urbano, ya que no tuvimos la oportunidad de visitarlos ese día. Pues así hemos hecho y aquí les traemos un breve resumen de todo lo que se puede disfrutar por sus, nada más y nada menos, que cinco museos, los cuales pudimos fotografiar por dentro y por fuera; Museo provincial de la Uva y tienda de tejidos La Modernista, situados en el Teatro municipal Manuel Galiana. El museo de la Escritura Popular, en la conocida Casa de los Yebra. El museo Etnográfico ocupa otra casa burguesa situada junto al ayuntamiento. Y, finalmente, la Cueva de San José, ubicado en el barrio de las Cuevas, en la parte más alta del pueblo.

Museo de la Escritura Popular.
El museo de la Uva de barco es un referente a nivel provincial a la hora de explicar el cómo, cuándo, dónde y qué fue la "uva de barco", también conocida como la "uva de Ohanes". No sólo se narran escenas de una gran parte de la historia moderna de Almería que estuvo protagonizada directa o indirectamente por la fruta obtenida de la vid, sino que también se exponen numerosos aperos y artilugios del siglo pasado que ayudan aún más a la comprensión de este oficio. Muchos de los objetos fueron donados por particulares que se dedican o dedicaron a esta actividad.

Compartiendo momentáneamente las salas del Teatro Manuel Galiana con el museo de la Uva, se encuentra la tienda centenaria de tejidos "La Modernista", donde se refleja la moda en las vestimentas de hace cien años a través de mostradores y armarios recuperados de una antigua tienda. En esta sala se pueden ver los trajes, sombreros o zapatos a la venta a principios del siglo XX.
Edificio municipal que alberga el Museo provincial de la Uva de barco y la tienda de tejidos "La Modernista".
Cueva Museo de San José.
En otra parte del pueblo, en una de las muchas edificaciones señoriales y burguesas del siglo XIX se encuentra el museo de Escritura Popular, situado en la casa de los Yebra. Con más de diez mil documentos relacionados con la escritura en nuestra provincia, como bien pueden ser cartas, panfletos o periódicos, es uno de los más importantes museos de estas características en toda España y un archivo transcendental de la historia de nuestra provincia ya que como todos saben "las palabras vuelan, la escritura permanece". Aquí se identifican todas las clases sociales de épocas pasadas, desde las epístolas eclesiásticas o correspondencias militares hasta cartas de maestros o personas analfabetas.

En la parte más auténtica de Terque, donde se sitúa el barrio de las Cuevas, encontramos una cueva llamada San José, destinada a albergar exposiciones temporales. Aunque también protagoniza pequeños conciertos o conferencias. Durante nuestra visita, la temática de la exposición era y sigue siendo hasta junio de 2016, la literatura de kiosco. En sus vitrinas se pueden ver obras de Francisco Villaespesa, Carmen de Burgos y muchos autores almerienses. Autores de todos los géneros literarios, desde la prensa rosa a la novela policíaca. El solo hecho de pasear por el interior de ésta cueva, merece la pena, y mucho. Afuera, en el exterior de la cueva, se ve inmejorable, una panorámica del pueblo y la vega de cítricos.
Centenaria tienda de Tejidos "La Modernista".

Primera planta del Museo Etnográfico de Terque.
Aunque es difícil elegir entre tanta variedad y buen gusto, nosotros nos quedamos con el Museo Etnográfico como el mejor de todos los que vimos. Que cada uno aporte su opinión. La nuestra viene, más que nada, por la abundancia de objetos que se pueden ver, muchos de ellos centenarios y por plasmar lo mejor posible como era la vida cotidiana hace décadas. Las habitaciones de la casa señorial que ocupa el museo conjugan también distintas secuencias de la vida laboral de la época. Un estanco, una barbería, una farmacia, ¡un aula de escuela!. Cada una de ellas están equipadas con todos los utensilios y lujo de detalles.

Son centenares de objetos los que podemos encontrar. Hemos visitado varios museos etnográficos por la provincia de Almería y éste es el mayor de todos. Los dormitorios, la cocina, el baño, todo queda reflejado fielmente en unas salas que bien pueden ser escenas de la memoria de muchas personas mayores que aún lo recuerdan todo.
Segunda planta del Museo Etnográfico de Terque.


La Maravilla

Pintura, presente durante la jornada.
La Alpujarra almeriense no deja de reinventarse, y cada año son nuevas las innovaciones y proyectos que se llevan a cabo con éxito, gracias a la implicación masiva de los vecinos de cada pueblo, los cuales saben bien que el futuro y la supervivencia de los pequeños municipios pasa por sus manos, para que nada le falte al visitante y tenga ganas de volver y repetir experiencias satisfactorias de años anteriores.

La Jornada anual de recuperación de Oficios Antiguos de Terque es otra oferta más de la amplia gama de ocio que ofrece la Alpujarra almeriense, de las cuales hemos hablado en este blog en su mayoría. Las recreaciones históricas de Padules, el Festival flamenco de Fondón, los encierros por San Marcos en Ohanes o la Noche de los candiles en Almócita. Y es que todos los pueblos de esta comarca le entregan al viajero un regalo, en forma de momentos y recuerdos inolvidables, llevándose con él un trocito de cada uno de éstos lugares.

Centrándonos un poco más en el protagonista de esta entrada hay que decir que lleva celebrándose desde 2003, coincidiendo cada año con las fiestas patronales en honor a la Virgen del Rosario, el primer fin de semana de octubre.
Representación de una dura tarea, por suerte desaparecida, durante la Jornada de recuperación de Oficios Antiguos.
Por las calles de Terque podía verse de todo. El pueblo te da la bienvenida con el sonido del agua y las risas de unas mujeres mientras cantan lavando la ropa en el lavadero como antiguamente. Seguidamente encontrabas un hombre que te enseña como se mantiene la magia las fachadas de un pueblo alpujarreño blanqueando las calles con la cal como
siempre se ha hecho. Del blanco resplandeciente de las fachadas pasamos al blanco roto de unos folios los cuales se llena de una gama de coloridos que te atraen lo mismo que un campo magnético a un imán, no es nada menos que las paletas de unos pintores que te dejan ver la plaza del pueblo desde sus ojos. 
En la plaza el olor te embriaga hacia multitud de puestos donde se encuentran platos tradicionales almerienses con gente sonriente que te invita a degustarlos. En cada uno de sus puestos te muestran todos los artefactos de cocina de antiguamente como los que se hace la morcilla en la matanza, etc. 

No has terminado de ver toda la plaza cuando te despierta el sonido del "afilaor" que se encuentra a la sombra de las hojas del gran árbol. Desde aquí ya se abren todas las calles y cada una de ellas esconden muchas sorpresas que quieren ser descubiertas. Hombres y mujeres sentadas trabajando con esparto. Pies que se mueven al compás de bandurrias y violines que tocan música tradicional Almeriense como la canción de "Niña asómate a la reja". 
No hay punto y final hasta que te pegas la comilona bajo la caricia del sol alpujarreño, esto seria lo que culmina la visita después de recorrer todas las cuestas y las calles de Terque. La jornada es un espectáculo para todos los sentidos, sin olvidar que para disfrutar al máximo de esta fiesta lo mejor es ir en compañía porque lo mejor de tanta felicidad es verla reflejada en los ojos de los que te están acompañando en este viaje hacia el pasado.
Jornada de recuperación de oficios antiguos. Música folclórica en la puerta de la iglesia de Terque.

26 de noviembre de 2015

Fondón, un sueño hecho realidad

Callejón junto a la iglesia de San Andrés.
Fondón es un sueño hecho realidad cuando los recuerdos de la infancia se enhebran con momentos revividos paseando por sus calles, sentados en los bancos de sus plazas o saboreando sus postres tradicionales después de una buena comida. El pueblo de Fondón es el mayor de los tres núcleos de población del municipio homónimo. De Benecid y Fuente Victoria ya hablamos largo y tendido en una entrada anterior en este blog, la cual se puede visitar de manera sencilla, pinchando en el enlace. Ambas poblaciones poseen un gran patrimonio histórico al igual que la capital del municipio y toda la comarca.

Por muchos y muy variados motivos es conocido Fondón. Uno de ellos puede ser gracias al festival de flamenco que se realiza cada año. Nació en 1993 como la "noche flamenca", y han sido muchos los cantaores de renombre los que han pasado por sus tablaos. José Mercé, Habichuela o Tomatito, entre otros. Pero son muchos más los artistas que quedan por pasar por este festival flamenco de Fondón, ya que tiene gran acogida por el respetable público que asciende cada año considerablemente. Los que vienen cada año aprovechan, ya de paso, para visitar un pueblo monumental y degustar, cómo no, una gastronomía única de buenos platos y dulces típicos.
Minas de plomo de la Granaina, a la entrada del municipio.
Monumento al minero, por las calles de Fondón.
Junto a la carretera, al pasar el puente del río Andarax, se encuentra la antigua fábrica de fundición de plomo "La Granaina", de la que se conserva en buen estado la chimenea, desafiando a la gravedad durante décadas, esperando una ayuda que le devuelva su mejor aspecto y que no llega. Junto a la chimenea del horno se encuentran las naves que guardaban el mineral extraído. Corren peor suerte ya que su estado es ruinoso. Las minas se vieron abocadas al cierre a mediados del siglo XX tras un siglo infatigable de trabajo y sudor de cientos de mineros. Por el término municipal hay varias minas como "las Olivillas" o "la mina del Patrocinio", que fueron protagonistas de la evolución y el cambio importante que se produjo en el pueblo durante los años que perduraron.
Uno de los espacios abiertos de ocio en Fondón.
Ermita de las Angustias, junto a la carretera.
Para que éstas lineas dedicadas a Fondón no carezcan de bucólica diremos que la ganadería y la agricultura fueron la base que cimentaba la economía de éste y de la mayoría de municipios de la provincia. En el tiempo que los árabes aún cultivaban estas tierras se recolectaba una seda muy apreciada en todos los puertos del Mediterráneo.

En los años de esplendor de la uva de Almería aportaba grandes hectáreas de vid. Los viñedos antiguos se transformaron en unos nuevos de gran prestigio, con bodegas consagradas que comercializan el vino producido con la denominación de "Vinos de Laujar, Alpujarra".

Prueba evidente de la importancia del campo en la vida cotidiana de Fondón son las comidas caseras y tradicionales que siempre han utilizado productos de sus huertas y rebaños como ingredientes principales.
Panorámica de Fondón y la sierra de Gádor desde las eras de Benecid.

La Maravilla

Fuente de Carlos IV e iglesia de San Andrés.
En la plaza Bernardo Martín Rey se encuentra el tríptico de monumentos emblemáticos de Fondón que son la esencia y el encanto de este pueblo alpujarreño. Que cada cual los ponga en el orden que prefiera; la iglesia de San Andrés, el pósito del Ayuntamiento y la fuente de Carlos IV. Al tríptico podemos añadir uno más; la casa de Laureano Godoy, ejemplo de edificio burgués de estilo barroco, datado en el siglo XVIII y mandada a construir por ésta familia influyente de la época. Es Fondón un pueblo de casas señoriales, que podemos encontrar en muchas calles y muy especialmente en ésta plaza.

El viejo pósito de Fondón es tan antiguo como el propio pueblo. En la Alpujarra existen algunos pósitos de parecidas características, esparcidos por las poblaciones. Sin duda, el de Fondón es el mejor de todos ellos, recién reformado. Antiguamente servía para acumular el grano de los agricultores y hoy, sus arcos sujetan la soberanía del municipio ya que arriba se instalaron las dependencias del ayuntamiento.

Arco del pósito del ayuntamiento de Fondón.
A escasos metros del pósito está la fuente de Carlos IV, denominada así vulgarmente por ser construida bajo el reinado de éste monarca. El escudo del rey Carlos IV remata el monumento a unos cuatro metros del suelo. Más abajo aparece una inscripción que dice así; "Reynando el Sr Dn Carlos IV se hizo esta obra en el año 1790". Nada más y nada menos que 225 años jalonando generaciones con su agua limpia y fresca que mana de tres caños de bronce. En la parte trasera, ya que presenta dos caras, se encuentra un abrevadero para bestias, ya en desuso, acompañado de dos caños más.

De la iglesia de San Andrés, destacamos la elegante torre del campanario, de ladrillo visto. La parroquia es de la primera mitad del siglo XVI y se construyó sobre la antigua mezquita musulmana.

Pero no sólo hay arquitectura en esta monumental plaza, aquí está la historia de un gran pasado y las historias del presente. Aquí se apoltronan los bares, restaurantes o cafeterías donde se reúnen vecinos y visitantes llenando de vida las calles angostas y típicas de la sierra de Almería.
Casa de Laureano Godoy, en la plaza de Fondón.

24 de noviembre de 2015

Los acueductos romanos de rambla Carcauz

Puente de un solo ojo o puente de los Poyos.
La ruta senderista y arquitectónica de los acueductos romanos de rambla Carcauz no dejará indiferente a nadie, ni a propios ni a extraños, ni a amantes de la naturaleza ni a los historiadores que buscan y encuentran el patrimonio por nuestra provincia. El recorrido, a pie, transcurre por los términos municipales de Felix y Vícar. Para llegar al punto de partida hay que desviarse por la salida número 420 de la autovía del Mediterráneo. Una vez aquí, haremos los últimos kilómetros en coche, en dirección siempre a la sierra de Gádor, con el peñón de Bernal como referencia, dejando atrás un polígono industrial e invernaderos. Éste último tramo en coche, después de desviarnos de la autovía será siempre recto y abandona el asfalto para hacerse de tierra, presentando, igualmente, un buen aspecto.

Cuando grandes tuberías de plástico estén al alcance de la vista es que ya se ha llegado al inicio del sendero. Éstas tuberías recogen gran parte del agua que baja por la rambla Carcauz a través de largos tramos de acequias.
Puente de los Poyos o puente de un solo ojo. Junto a tramos de acequias.
Acantilados entre el Puente de los Poyos y el
 acueducto inacabado. La acequia hace de camino.

Nuestra narración comienza en el puente situado a más altitud para terminar en el más conocido de todos. Desde el puente de un solo ojo hasta el de veinte ojos, pasando cómo no, por el acueducto inacabado.

El puente de un solo ojo es el único que se encuentra sobre el lecho de rambla Carcauz, los otros dos se encuentran sobre unos barrancos afluentes a la rambla. A este puente se le denomina "Puente de los Poyos", y atraviesa la rambla de un lado a otro en uno de sus puntos más estrechos. Se levanta del suelo a una altura que roza los veinte metros, con una anchura de un metro aproximadamente. Sobre su gran arco corría rebosante el agua, que ahora se transporta mediante tubos de plástico que aprovechan el trazado de la acequia.

El acueducto Inacabado consta de tres arcos de unos tres metros de altura que nacen desde el lecho del barranco. Sobre los arcos hay una serie de pilares que deberían sujetar el cauce por donde pasaría el agua. El acueducto no es recto sino que hace un pequeño giro que se observa a simple vista, bien por decisión de los ingenieros hidráulicos o por un cambio de planes debido a la topografía del terreno.
Acueducto de Retamar o acueducto Inacabado. El peñón de Bernal preside la estampa.
Zarzas, retamas, juncos o adelfas, forman la vegetación.
Descendiendo desde el puente de los Poyos, al igual que ascendiendo, la travesía es divertida y amena, rodeados entre densa vegetación autóctona de esta parte semi-árida de la sierra de Gádor. Entre tanta naturaleza peculiar divisamos el peñón de Bernal desde su mejor perspectiva y durante el mejor momento, que a nuestro parecer es al amanecer, con los primeros rayos de sol que hacen lucir a los pinares que parecen sujetar el peñón con sus raíces. A muchos les sonará este emblemático monumento natural, aquí se rodó la película de Conan el bárbaro, con Arnold Schwarzenegger como protagonista. El rodaje en este lugar se realizó en 1981 y el peñón de Bernal pasó a llamarse en el cine; "Montaña de Poder", aquí se situaba la ciudad fortaleza de Thulsa Doom, el líder de un sangriento ejército y enemigo de Conan. De ésta producción norteamericana, rodada por John Milius se guardan varios objetos y carteles en el Museo del Cine de la capital.
Peñón de Bernal al amanecer.
La Maravilla

Acequias rebosantes de agua durante el recorrido.
El agua nos acompañará durante todo el recorrido transportada mediante kilómetros de acequias que provienen desde las cumbres más altas. El último acueducto siguiendo el curso de la rambla es el de los Veinte Ojos. Su belleza y antigüedad no encuentra parangón en construcciones de este tipo por nuestra provincia. En su primer piso presenta un arco por el que discurre el agua del barranco cuando se forman fuertes crecidas. En el piso intermedio se observan nueve pequeños arcos, y coronando el monumento diez arcos más. El acueducto sirve de lindero entre los municipios de Vícar y Felix.

En la provincia de Almería encontramos varios pueblos que poseen con orgullo dentro de sus términos municipales acueductos similares, aunque no tan antiguos. La Puente de Alhama, el acueducto de Araoz o el acueducto de Albanchez, aparecen por mi memoria.

En el Diccionario de Madoz se atribuye a los romanos la construcción de estas estructuras hidráulicas. Es increíble pensar que por sus vetustas paredes hayan pasado dos milenios, pero es aún más increíble que apenas tengan atención para unos pocos, careciendo de una fama que merecen. Con suerte, algún año vendrá galopando a caballo nuestro paisano más ilustre del momento a rodar aquí algún anuncio para así ser objeto masivo de turistas y curiosos que me temo no sabrán darle el valor que realmente tienen.
Acueducto de los Veinte Ojos.

12 de noviembre de 2015

Antas, cincelado por las aguas de su río

Iglesia de Antas.
A la ribera del río Antas, emerge la bella silueta del pueblo del mismo nombre, cincelado piedra a piedra por las aguas de uno de los ríos más fascinantes de la provincia de Almería. En la margen izquierda del río se asentó una de las civilizaciones prehistóricas más importantes de Europa. Los yacimientos arqueológicos de El Argar y La Gerundia, que se encuentran en el municipio de Antas dieron nombre a la "cultura argárica" por su excelente estado de conservación, y fueron el germen de este pueblo del Levante almeriense. Los descubridores de éstos yacimientos y de la mayoría de los que encontramos en la provincia fueron los hermanos Siret, a los que atribuimos casi todo lo que sabemos de nuestra historia y nuestro pasado.

Las sociedades prehistóricas que habitaron y cultivaron éstas fértiles tierras estaban jerarquizadas, con varios estratos sociales bien diferenciados, con lo cual, la sociedad argárica se puede considerar como uno de los primeros Estados de la península Ibérica, con unos líderes que dominaban al resto de la población, dedicada en su mayoría a la caza, pesca y recolección de cereales.

La ermita de la patrona en la Era del Lugar.
Podríamos seguir hablando largo y tendido sobre éste río del Levante, ya que tiene hojas de libros para rellenar. Nace en Lubrín, y atraviesa los términos municipales de BédarLos Gallardos, el propio Antas, y desemboca en el Mediterráneo, en la playa de la Almica, municipio de Vera. En la desembocadura se forma una impresionante laguna, rodeada de una vegetación autóctona, plagada de juncales, carrizales y saladares. Ésto se convierte en el nido perfecto para miles de aves migratorias que se dejan ver por los humedales a lo largo del año.

Se trata, en definitiva, de otro río que fluye por el desierto que se extiende por el interior de la provincia al igual que el río Aguas. Generoso, fertilizando las huertas de su vega desde tiempo inmemoriales. Y ansioso, también, por darse a conocer .
Ermita del Cabezo de María, sobre la chimenea de un volcán.
Calle del Aire y edificio del ayuntamiento.
Desviándonos por la autovía A-92 en dirección Antas, lo único que vemos es el verdín de los naranjos que cubre una extensa zona de cultivos. Lo único que sobresale del campo de cítricos es un espectacular cerro, coronado con una ermita de paredes blancas. Se trata de un antiguo volcán, y hasta lo más alto de su chimenea suben una vez al año los vecinos de Antas en romería.

Una vez llegados al casco urbano de Antas sorprende gratamente una explanada a modo de bienvenida, se trata de la Era del Lugar, zona donde se sitúa el mercado una vez a la semana y se celebran las fiestas populares. La era ya nada tiene que ver con la función agrícola que desempeñó desde que su entorno se ajardinase con la construcción de una ermita dedicada a la patrona del pueblo. Se recomienda pasear sin prisas por las calles del Aire o del Carmen y echar un vistazo a su arquitectura tradicional.
Panorámica de Antas desde el otro margen del río Antas. Sierra Cabrera al fondo.

La Maravilla
Acueducto El Real de Antas.

La introducción del cultivo del naranjo a finales del siglo XIX supuso el abandono de los bancales de cereales en el municipio de Antas y los campos de regadío se expandieron por cientos de hectáreas. Para transportar el agua necesaria para abastecer las fincas se construyeron infinidad de acequias, boqueras y el acueducto de "El Real de Antas", uno de los símbolos de la ingeniería almeriense del siglo XIX.  A lo largo de sus trescientos metros corría el agua que se recogía en los ríos o en las ramblas. Tras su reciente rehabilitación se ha prescindido de de muchos de sus arcos para no estorbar la circulación por la carretera aledaña al monumento.

Las construcciones antiguas como la Era del Lugar o el acueducto de El Real perdieron hace tiempo sus funciones ya que las civilizaciones avanzan y se sobreponen a las anteriores. Pero ha sido un éxito por parte de este pueblo poder conservarlos, y una vez rehabilitados, poder lucirlos para el turismo que es una gran fuente de ingresos, y sobretodo, un recuerdo imborrable del pasado. Si a todo esto se le suma además los yacimientos arqueológicos, el resultado es una visita obligada.
El Real de Antas.
La población de Antas supera ya los tres mil habitantes y no deja de crecer. Ya no se dedican a la minería, ni a la plantación masiva de cítricos, pero al menos los jóvenes no tienen que emigrar a otras ciudades como ocurre en otros sitios. Con una economía basada en la agricultura y el pequeño comercio, se levantan cada mañana para llevar a su pueblo a lo más alto.

Nos marchamos de Antas con la suerte de sumar nuevas historias y recuerdos. A medida que nos alejamos, la panorámica de El Real es esplendorosa, quedando el acueducto entre naranjos. Nos gustaría estar aquí mucho más tiempo, pero nuevas maravillas nos esperan en el pueblo vecino de Vera, en nuestra ruta por el Levante.
El Real de Antas entre naranjos.