7 de enero de 2015

Alicún, la Alpujarra más dulce

Alicún es como un caramelo que nadie quiere dejar pasar y todos quieren degustar. Alicún es dulce y sencillo, y para llegar a él, como un caramelo, hay que desenvolverlo pasando por una carretera abrupta y curvada que nos deja en la misma plaza del pueblo. Por esa carretera de unos dos kilómetros las vistas son inmejorables, con los ríos Nacimiento y Andarax, enfrente, rodeados de cítricos y algunos parrales en las zonas más altas. Sobre un montículo, junto a la carretera nos da la bienvenida un monumento de estilo cubista que bien podría ser una obra de Miró.
Entrada de Alicún, con su monumento de bienvenida.

Huécija y Alicún, unidos por la música.
Alicún vive y convive inseparablemente de Huécija, su pueblo vecino más cercano. Durante muchos siglos Alicún fue un anejo de Huécija hasta que, a mediados del siglo XIX se formó una primera junta local con un alcalde propio y un regidor. Las costumbres, tradiciones y cultura de ambos pueblos siguen unidas. Se distancian menos de un kilómetro y hay un paseo que los comunica. Con lo que es frecuente ver a gente de Huécija en Alicún y a gente de Alicún en Huécija.


Mirador de la Cruz de Alicún.
Uno de los lugares mágicos de Alicún es el mirador de la cruz, que desconocemos su nombre, pero lo hemos títulado así. Esta cruz ejerce de vigía del valle del Medio Andarax y nos ofrece la panorámica más bella del pueblo blanco alpujarreño, del que sólo el campanario de la Iglesia se eleva sobre las casas de planta baja. La cruz está cubierta bajo una bóveda de piedra. Para acceder al mirador hay que recorrer una cuesta serpenteante que se eleva en la misma entrada del pueblo.

Junto a la cruz hay una fuente y bancos, con lo que se convierte en un lugar de esparcimiento enclavado en un entorno envidiable.


Panorámica de Alicún desde el mirador de la cruz, destaca el paisaje subdesértico al fondo.

La Maravilla


Iglesia de Alicún.
El casco histórico de Alicún, con claros rasgos musulmanes es de singular belleza y brilla por lo pequeño y desordenado de su entramado urbano. La protagonista de la plaza es la Iglesia de San Sebastián que porta en su fachada el escudo de la Archidiócesis de Granada. A un lado de la plaza se encuentra el ayuntamiento, y al otro, un lugar encantado, bajo plataneras que simulan ser castaños, ya que su fruto es parecido a la castaña.

Este lugar, es uno de nuestros preferidos de toda la provincia. Con un minarete utilizado durante siglos como Torre del Reloj hasta que este fue trasladado a la Iglesia. Junto al minarete está la gran balsa de Alicún, bajo ella se encuentra una fuente donde brota el agua que lleva más de un milenio aprovechándose. Bajo el minarete se encuentran los Baños árabes del siglo XII, conocidos en su época como los baños huecijanos. Los baños termales cerraron a mediados del siglo pasado y de ellos sólo se conservan algunos restos dentro de una habitación bajo la Torre del Reloj. El agua que sobraba de los baños era utilizada en el lavadero público que actualmente no funciona pero no hace muchas décadas era de sublime importancia en la vida social de las mujeres.
Balsa de Alicún y Torre del Reloj. En otoño y principios de invierno es frecuente encontrarse la balsa llena de hojas de las plataneras centenarias que la rodean

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